Pero no dedicó palabras especialmente amables ni a la casa, ni a Friburgo. Hace aproximadamente medio siglo, Erasmo de Rotterdam escribió sobre los “riachuelos de Friburgo”: “un arroyo hecho artificialmente discurre por todas las calles de esta ciudad, el cual absorbe los jugos sangrientos de las carnicerías, el hedor de todas las cocinas, la suciedad de todas las casas... Con este agua se lavan las telas, se limpian las copas de vino e incluso las ollas.”
¿Tendría algo que ver con esta animadversión hacia Friburgo el que no le gustara la comida badense o que no le sentara bien el cálido clima? El hecho es que este teólogo y crítico de la Iglesia se sentía perturbado por sus compañeros de piso, y el alquiler le parecía inadecuado. Tras constantes peleas, su contrato de alquiler fue cancelado en 1531.
Es difícil imaginar cómo es posible que Erasmo de Rotterdam no se sintiera cómodo en el magnífico edificio de la Casa de la Ballena, con su portal-mirador bellamente adornado, el florón, las gárgolas y los innumerables elementos del gótico tardío. Con gran amor hacia los detalles, esta casa fue realizada por Jakob Villinger von Schönenberg, tesorero del emperador romano.
Hoy día, el banco “Sparkasse” puede presumir de tener su filial más fastuosa en la Casa de la Ballena en Friburgo.
Adivinanza sobre Friburgo: en la parte posterior del actual banco “Sparkasse”, en la calle “Gauchstrasse”, encontrará un pequeño mono que, en sentido figurado, “muerde una manzana ácida” (en alemán “morder una manzana ácida” significa aceptar algo negativo porque no queda otro remedio). Averigüe de qué nos advierte el primate.